Multitemátika

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Todo tiene sentido en la naturaleza, nada es un capricho individual. El color de los animales, la textura de las hojas, la profundidad de las flores, los sonidos de los sapos, el olor y las marcas de felinos en los árboles, todo tiene un porqué. Incluso mirando con un microscopio las células vegetales o animales, hallaremos sentidos. Basta con sentarse un buen tiempo a mirar y encontrar relaciones, eso que llamamos inteligencia es sobretodo relacionar cosas, tiempos, causas y efectos.

La selva tropical comparte junto a los corales marinos el récord de ser el ecosistema más antiguo del planeta, el que ha tenido la mayor permanencia dinámica desde que hay vida en la tierra, sobreviviente de glaciaciones y grandes erupciones volcánicas en cadena. El resto de biomas, los lagos, las llanuras e incluso las montañas terminan por cambiar en relativamente poco tiempo, comparado con la edad de la selva. Reinan desde siempre las condiciones más favorables para la existencia de muy variadas especies vegetales y animales; en tierra, no hay sitio más rico en especies que la selva tropical; en una sola hectárea se pueden encontrar cientos de especies de árboles (a penas diferenciados a simple vista por sus flores), más de seiscientas especies de aves en promedio, y miles de especies de insectos. Esto se debe a las condiciones siempre favorables para la vida: siempre húmeda y calurosa, mucha lluvia, poblada permanentemente por árboles que dan fruto comestible.

Harpía

Harpía amazónica

En la verde bóveda de las selvas siempre se distinguen árboles aislados mucho más altos que el promedio: los kapok sudamericanos por ejemplo, han debido adaptar sus hojas a las nuevas condiciones, mucho más iluminadas y ventiladas que el resto, por eso propagan sus semillas usando el viento, algo más bien raro en el interior de la selva, donde lo común es la propagación de semillas por transporte animal (por las fecas) o mediante insectos que llevan el polen de una flor a otra. Estos árboles altos albergan en todas las selvas algún tipo de águila cuyo alimento predilecto son los monos; en Sudamérica es la harpía, el águila monera en Asia y el águila coronada en África, todas muy semejantes, con “copetes grandes, alas cortas y colas relativamente anchas y largas, forma corporal que les confiere gran movilidad en vuelo”. Suelen nidificar en el mismo árbol año tras año, solo crían un polluelo que deben alimentar durante casi un año; al cazar un mono, casi siempre un mono perezoso, tienen alimento para varios días.

Las hojas de los árboles de la selva son móviles y siguen al sol, con tal de aprovechar la mayor cantidad posible de luz solar. Hay muchas algas y musgo, con tanta inundación y con tanta humedad ambiental; por eso muchas hojas son enceradas, para impedir que las raicillas parásitas “arraiguen” en ellas. Así mismo, la mayoría de las hojas están acanaladas en la mitad, de manera a que el agua escurra y queden secas y lavadas tras la tormenta. Como no hay estaciones claramente marcadas, las especies siguen su propio calendario de floración y renovación de hojas (algunas cambian todas sus hojas por intervalos de tiempo, otras cambian sus hojas por ramas); para la floración los ciclos son más “azarosos” aún, aunque los ciclos de 12 y 14 meses son bastante comunes; algunos casos excepcionales de árboles florecen nada más cada diez años. Se sabe que no es al azar, puesto que los árboles pertenecientes a una misma especie, en un área muy amplia de selva, florecen al mismo tiempo, y lo hacen por la necesidad de fecundación cruzada.

mono comiendo fruta

Mono Tití comiendo fruta

En todo caso, la floración tan desigual entre especies permite la existencia de abundante alimento durante prácticamente todo el año, puesto que tras las flores llegan los frutos. El polen es generalmente transportado por alguna vía animal: mariposas, escarabajos, avispas, etc. Las flores rojas atraen solamente aves (los insectos no ven el color rojo), y las flores pálidas y fétidas atraen murciélagos. Las semillas son transportadas por animales, en sus intestinos, de frutas consumidas en las mismas ramas por monos, tucanes, murciélagos frugívoros, y otras son consumidas a ras de suelo, como las del aguacate, los durios o los artocarpos. Todas las semillas tienen una corteza resistente a la digestión y la mayoría busca ser transportada lo más lejos posible.

mono Langur dorado

Mono Langur dorado

Muchos animales viven exclusivamente en las alturas; una de las mejores maneras de estudiarlos es localizando un árbol que esté a punto de dar fruto. Los monos se apoderan de los frutos localizados en las ramas más gruesas, capaces de soportarlos, las aves comen en las ramas más delgadas, los loros colgándose hacia abajo con una pata y sosteniendo el fruto con la otra, los cálaos y los tucanes lanzando el fruto al aire. Luego llega el turno nocturno, cuando aparece el loris, mono primitivo, diminuto y nocturno, o los grandes murciélagos frugívoros. También en las alturas hay algunos animales comedores de hoja, herbívoros de tamaño considerable, pero no aves, porque deben mantenerse siempre ligeras, y para alimentarse de hojas hay que comer siempre muchas. Entre los monos comedores de hojas, están los aulladores de Sudamérica, los langures de Asia y los colobos de África, con intestinos grandes, y que han hecho de las hojas su principal alimento. Otro más, el perezoso, “vive suspendido cabeza abajo” entre las ramas, sus garras se han vuelto garfios, su pelo está también al revés, pende desde los tobillos hacia las piernas, y del vientre al espinazo, con el fin evidente de escurrir eficientemente el agua de lluvia. Una de sus especies, el tridáctilo, se alimenta casi solamente de hojas de cecropia, mientras que el bidáctilo se pasea por muchos árboles y come además muchos frutos. Ambas especies son sudamericanas.

Jaguar

Jaguar. Panthera onca.

Entre los depredadores contamos, además de las águilas cazadoras, a los felinos margay y al jaguar de Sudamérica, la pantera nebulosa africana, entre otros felinos capaces de capturar monos, ardillas y aves, tan hábiles en el aire que son capaces de detener o frenar su caída desde lo alto interponiendo una de sus garras. También hay serpientes, de todo tipo y tamaño, que comen desde monos hasta sapos.

Serpiente

En la selva, las señales sonoras predominan por sobre las visuales y olfativas; los sonidos marcan territorios o atraen hembras, llegan más lejos que cualquier señal visual u olfativa. Los monos aulladores “cantan a coro mañana y tarde”, “elevando y bajando el tono continuamente”. Los gibones de ambos sexos cantan a dúo, tan bien que parece un solo grito. El pájaro campana, ave nacional del Paraguay, emite desde lo alto de los árboles sonidos fortísimos, como dos metales golpeándose.

Pájaro campana

Pájaro campana. Procnias nudicollis

Los árboles no solo acogen animales sino que también a numerosas plantas: helechos, musgos, orquídeas y bromeliáceas que se vuelven más abundantes y grandes según la edad del árbol. Las bromeliáceas forman un cáliz capaz de retener agua; allí llegan las ranas con sus renacuajos a sus espaldas, pues encuentran insectos y huevos suficientes para su supervivencia. Hay una especie de rana, que dos veces por semana llega a alimentar a sus renacuajos nadando en el agua de la bromeliácea con un huevo suyo sin fertilizar; los renacuajos ingieren la yema, cada vez que mamá llega, durante unas ocho semanas. Las bromeliáceas son epífitas, pero a penas y molestan a un gran árbol; lo mismo ocurre con las lianas, que por lo general solamente piden apoyo y un poco de luz. Las lianas nacen en el suelo; buscan cuando jóvenes, mediante zarcillos, algún arbusto joven que esté en crecimiento, y crecen toda su vida junto a él.

Ficus

Hay otra planta mucho más nociva: el ficus; sus semillas germinan en las ramas, pero sus raíces no quedan simplemente colgando, como las de los musgos o de las bromeliáceas, sino que buscan siempre el suelo; cuando lo encuentran son capaces de alimentarse de los nutrientes del suelo, sus hojas se vuelven mucho más grandes, la raíz se vuelve más gruesa, hasta que después de un siglo, el ficus no solo ha “eclipsado” permanentemente al árbol con sus propias hojas sino que también lo ha estrangulado con sus ramas y sus raíces que han tomado una forma espiral; el ficus pasó de ser una liana a ser un árbol, tan alto como su antiguo hospedador, que ahora ha desaparecido, un árbol hueco pero con las raíces suficientemente gruesas como para mantenerlo erguido.

Ardilla voladora

Ardilla Voladora

A media altura, donde se ven troncos, lianas y raíces colgantes, pareciera no haber otra cosa; lo cierto es que hay mucho movimiento: numerosas aves prefieren esta zona para volar antes que volar sobre las copas, pues así están menos expuestas a las aves cazadoras; varios orangutanes son tan grandes y pesados que prefieren utilizar las lianas para subir y bajar; el perezoso siempre baja hasta el suelo para defecar (y siempre en el mismo lugar), también utiliza raíces y lianas para cambiar de nivel; es frecuente ver a media altura animales planeadores, como la ardilla voladora, que en realidad solo planea; tiene una capa que va desde las muñecas hasta los tobillos. La ardilla voladora, abundante en Borneo, siempre vive en pareja. También existen lagartos y ranas que han desarrollado extensiones para planear de un árbol a otro, incluso una especie de culebra ha sabido saltar de un árbol a otro, aplanando su cuerpo cilíndrico y ondulándolo y dirigiéndolo en el aire. Muchas aves nidifican a media altura, sus huevos tienen más posibilidades de no ser atacados que en el suelo o a mayor altura. Unas aprovechan los agujeros de las hormigas arborícolas, otras construyen sus nidos en los ángulos de las ramas nacientes del tronco. Un poco más abajo hay un sotobosque, compuesto de palmeras adaptadas a la poca luz y de pequeños arbustos, que esperan la caída de un árbol para empezar la carrera por la luz.

Raices triangulares

Y finalmente, el suelo, que a pesar de contener tanta materia orgánica superficial, es una capa delgada; por eso muchos árboles desarrollan redes de raicillas casi a ras de suelo para aprovechar rápidamente la materia utilizable, que de lo contrario se perdería con las lluvias hacia los ríos. Como no necesitan penetrar muy profundamente, su estabilidad peligra, y por ello han formado sostenes triangulares muy anchos y altos, en dirección radial.

Menos del 5% de la luz solar llega hasta el suelo, y esto junto a su relativa pobreza en nutrientes hace que no se vea vegetación en el suelo, ni flores, ni plantas. Los colores que pueden verse en el suelo son de flores caídas; en la base de los troncos a veces se ven flores que han nacido allí gracias a la abundancia nutricional de sus semillas. Hay una flor enorme que aparece ocasionalmente en los bosques del sudeste asiático: la rafflesia, enorme y hedionda, atrae a centenares de moscas para que la polinicen; pero es una flor parásita, pues siempre crece entre las raíces de las enredaderas.

Gallo Bankiva

Gallo Bankiva, ancestro del gallo común

El suelo de la selva, sin vegetación, es incapaz de alimentar a ningún animal grande, menos aún a manadas. Hay algunos pocos animales de tamaño medio, aislados entre sí, que aprovechan brotes y hojas del sotobosque, tubérculos y frutos caídos, o que hallan alimento verde en los bordes de los ríos: el okapi africano, ancestro de la jirafa, el tapir sudamericano, y unos pocos elefantes pequeños en Asia; el ciervo ratón de Asia, el antílope enano, africano, y el agutí sudamericano, los tres muy nerviosos, alimentándose de frutos secos y carnosos, hongos, hojas y yemas. También hay varias aves capaces de contentarse con lo que hay en el suelo, como el gallo bankiva, ancestro del gallo común, que canta más o menos parecido al amanecer; hay unas dos aves de suelo que se han hecho tan gordas y pesadas que ya no pueden volar, como el argo gigante, se especializaron en comer del suelo de la selva y "olvidaron" volar. Es algo frecuente en varias especies de aves que los cortejos se hagan en el suelo, en una zona previamente despejada por el macho; desde el suelo cantan y bailan, atrayendo a la hembra, el caso más famoso y hermoso es el de las aves del paraíso.

tapir

Tapir sudamericano. Tapirus terrestris.

Toda una multitud de insectos sabe aprovechar muy bien el suelo, escarabajos, pero sobretodo las termitas, capaces de aprovechar indirectamente la celulosa (poco aprovechable por la mayoría de los seres vivos); mantienen en sus estómagos colonias de microorganismos flagelados capaces de convertir la celulosa en azúcar, con lo que obtienen energía pero además alimento, al digerir diariamente parte de la colonia microbiana; la termitas recién nacidas obtienen su alimento chupando del ano o de la boca de los adultos. Además, algunas termitas construyen termiteros donde mantienen colonias de hongos capaces de descomponer la celulosa, tanto la madera como las hojas. Las hembras fértiles llevan consigo cuando vuelan a formar una nueva colonia, un buen número de esporas de hongo, como una “dote”. Todas ellas constituyen un eslabón muy importante de la cadena alimenticia, pues muchos animales se nutren de ellas, algunos incluso, exclusivamente de ellas; muchas hormigas se dedican a saquear termiteros, aves y ranas comen de las filas de termitas, pangolines asiáticos, yurumíes y tamandúes sudamericanos viven casi solo de termitas, que extraen de los termiteros con su lengua larga.

yurumí

Yurumí, oso hormiguero gigante. Myrmecophaga tridactyla

El hombre es el animal más común en las selvas, está muy bien adaptado; el hombre de la selva es siempre bajo, 1,5m en promedio para los hombres, delgado y sin pelos en el cuerpo: no conviene sudar donde hay tanta humedad y tan poca brisa. No hay animal que se le compare a la hora de tomar alimento de la selva: saben encontrar tubérculos y frutos secos en el suelo, escogen escarabajos de los árboles caídos, trepan árboles para obtener fruta fresca, roban la miel de las abejas salvajes, cortan lianas escogidas para saciar su sed con el agua que cae de ellas a chorro; son además muy hábiles cazadores: antílopes, okapis, elefantes, imitan sus sonidos y los atraen; en Sudamérica han inventado cerbatanas de saetas envenenadas (veneno que obtienen de la exudación de ranas) que alcanzan sin problema objetivos a treinta metros de distancia; muchos hombres de la selva fabrican redes para pescar usando ramas de enredadera, usan la resina de los árboles como combustible, hojas para los techos de sus cabañas, se pintan el cuerpo con semillas machacadas, se adornan con plumas. La búsqueda de alimento es constante; el contacto con otros hombres los ha hecho optar por tener huertos: hacen con mucho trabajo claros de bosque que les duran nada más unas cuatro temporadas, el suelo de la selva es muy pobre, y luego deben hacer otro.

hombre con cerbatana

Hay también claros de bosque naturales, que se forman cuando cae un árbol viejo; por una parte la edad ya no hace subir la savia con tanto vigor, por otra, el sinnúmero de insectos que fabrican galerías en él, los musgos, los hongos, las lianas y las plantas epífitas lo debilitan aún más por su peso o su parasitismo hasta que una de sus grandes ramas cae; cuando esto sucede el final del árbol está muy próximo, bastan algunas tormentas para que el peso desequilibrado en un lado del árbol lo haga caer. Cae con estruendo y a veces arrastra consigo otros árboles. Formado el claro, llega por fin la luz para plantas que han esperado diez años o más, pero sin sobrepasar hasta entonces los 30 cm. Nacen por ejemplo jengibres y plátanos, aparece toda la vegetación que se puede apreciar en los márgenes de los ríos. Pero siempre, con el tiempo, sobresalen uno o dos árboles que poco a poco van eclipsando al resto hasta cerrar nuevamente la bóveda selvática.

Investigación y Redacción: Álvaro Riquelme Marínkovic
Fecha de publicación: 20-08-2020
Última actualización: 20-08-2020
Producido en: Valdivia - Chile

Fuentes:

David Attenborough - El planeta viviente - 1984
Jean-Marie Pelt, Jean-Pierre Cuny - La prodigieuse aventure des plantes - 1981

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