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Luces del dormir

Luces del Dormir

Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, y por lo menos un cuarto de ese tercio soñando. Cuando soñamos, corremos, comemos, bailamos, nos asustamos, lloramos y reímos, es una vida aparte que conocemos muy poco. La actividad onírica es algo que nos atañe a todos, a los humanos y también a todos los mamíferos. Todos los vertebrados duermen, es algo que está en nuestro ADN, es una necesidad vital como comer o respirar.

La ciencia empezó a estudiar el sueño a comienzos del siglo XX. Los polígrafos, que registran la actividad eléctrica de cualquier parte de nuestro cuerpo, nos ayudaron a revelar algunos de los misterios del sueño, cuando fueron aplicados al cerebro, primero de humanos y posteriormente, también de otros mamíferos.

El descubrimiento del sueño REM

La Universidad de Chicago, en los EEUU, al menos en los años 1950, tenía la política de saltarse algunas normas si alguna persona lo ameritaba. Por ejemplo otorgar un doctorado a una persona sin grado universitario. En este caso, una persona que había aprobado muchas materias universitarias años atrás pero que no tenía licenciatura, sino tan solo un diploma de enseñanza secundaria. Aserinsky fue uno de ellos. Aceptado como estudiante en práctica para el Dr. Nathaniel Kleitman, en ésa época el primer y único investigador en dedicarle toda su vida al estudio del sueño, se le encargó estudiar el parpadeo de los niños al quedarse dormidos. El tema del estudio era saber si había una pauta, cuántas veces el sueño era inmediato o cuantos parpadeos hacían antes de quedarse dormidos... Aserinsky un poco desesperado por no encontrar nada concluyente, propuso a Kleitman cambiar el tema de estudio para investigar ese extraño movimiento de los ojos que se producían durante la noche, que más tarde bautizaría como sueño REM, y saber así si había algún patrón en ello. Kleitman accedió.

Aserinsky, hijo de un inmigrante ruso, obtuvo directamente un doctorado por su investigación del sueño REM (Rapid Eyes Movement en inglés o sueño MOR, movimiento ocular rápido, en español, que normalmente ocurre cuando estamos soñando).

Para esos años, el dormir ya se había estudiado un poco, conocían la diferencia que existe entre las ondas cerebrales del día y las de la noche, pero hasta ese momento nunca habían estudiado sistemáticamente el sueño durante toda la noche, en parte porque se consideraba que el sueño era una etapa de mantenimiento y que poco y nada ocurría a nivel cerebral. Aserinsky obtuvo un viejo polígrafo en desuso que tenían en el sótano de la facultad de fisiología, y conectó electrodos a los músculos oculares (para obtener electro-oculogramas EOG) y cerebro (para obtener electro-encefalogramas EEG) de su propio hijo que no tenía más de diez años de edad. Una noche de registro del EEG, en un rollo de papel, medía casi un kilómetro de largo.

Movimiento rápido de los ojos

El sueño REM

A poco andar se dio cuenta que cuatro o cinco veces por noche, cada vez después de las típicas ondas cerebrales largas y parejas, aparecían ondas de mayor frecuencia y menor amplitud, sin un patrón repetitivo, muy parecidas a las ondas cerebrales que registra la tinta de los electroencefalógrafos durante la vigilia del día. Y esto ocurría sincrónicamente con el movimiento rápido de los ojos, a su vez registrados en el EOG. Al principio creyó que el electroencefalógrafo funcionaba mal, contactó a los ingenieros e incluso a quien había diseñado la máquina y además se las ingenió para medir los movimientos de cada ojo de manera independiente. La incredulidad ante los registros se debía que hasta ese momento el consenso científico daba por hecho que el cerebro se apagaba durante la noche y solo presentaba esas ondas largas y parejas típicas del sueño profundo (lo que hoy en día se conoce como sueño No-REM).

Aserinsky repitió el experimento en adultos, encontrando el mismo patrón repetitivo de sueño No-REM y sueño REM, cuatro o cinco veces por noche, con un aumento de la cantidad de sueño REM a medida que avanza la noche. Ya sospechaba que estaba en realidad registrando la actividad onírica en los EEG. Fue cuando empezó a despertar a algunos voluntarios justo cuando llevaban moviendo los ojos un rato, quienes en su mayoría (80%) testimoniaron haber estado soñando, y recordar todo muy bien, a diferencia de cuando los despertaba en las otras fases del sueño y no recordaban nada, o casi nada.

Solo cuando Kleitman, que no creía completamente en el experimento, hubo comprobado el movimiento de los ojos de su hija mientras soñaba, contrastado con el movimiento irregular marcado con tinta en el EEG, se decidió a dar el visto bueno y a publicar el experimento junto a su discípulo en la revista Science en septiembre del año 1953.

El doctorado le sirvió a Aserinsky para encontrar un puesto de trabajo en la Oficina de Pesca en Seattle, donde lo primero que estudió fue si la electricidad podía servir para dirigir a los salmones en su camino en el agua. Algo alejado de los estudios del sueño, pero le sirvió para encontrar un trabajo.

Las fases del sueño

Otro discípulo de Kleitman, el Dr. Dement, menos apurado económicamente que Aserinsky, pudo seguir estudiando el sueño por muchos años, quizás también porque era médico. Obtuvo su doctorado en fisiología por sus estudios del sueño. Quizás su perseverancia se debió a que la obra de Freud lo tenía muy entusiasmado, sobretodo una de las causas de la psicosis que Freud atribuía a la falta de sueño. Freud afirmaba que la mente psicótica desbordaba durante el día la libido acumulada por no tener cómo liberarla durante la noche. Por eso, lo primero que investigó Dement, fue si los esquizofrénicos soñaban, pensando que quizás no tuvieran sueño REM y por eso sus episodios psicóticos. Averiguó que sus patrones de sueño eran normales, que soñaban igual que todo el mundo.

Pero eso lo condujo a estudiar con mayor detalle las fases o etapas del sueño. Y creó junto a Kleitman una nomenclatura que se usa todavía hoy en día y que fue la base de los estudios del sueño durante décadas.

Ondas cerebrales

Ondas cerebrales

Todos los adultos sanos pasamos por cinco fases de sueño que se repiten cada una hora y media más o menos, durante toda la noche. Cada hora y media ha sido llamada a veces capítulo de sueño. Así, tenemos también varios capítulos de sueño cada noche, cada uno con cinco fases.

Lo primero que ocurre es el pre-sueño, que normalmente ocurre solamente una vez, al quedarnos dormidos, pero si despertamos durante la noche vuelve a aparecer. Este preámbulo corresponde a un estado meditativo donde predominan las llamadas ondas cerebrales Alfa. Los ruidos y las influencias exteriores empiezan a apagarse en nuestra mente, y estamos plenamente relajados. Luego viene la fase I, o fase inicial del sueño, cuya manifestación típica son las alucinaciones hipnagógicas que con mucha frecuencia hacen alusión a cosas pensadas o vividas durante el mismo día. En esta fase las ondas cerebrales empiezan a alargarse, y son llamadas ondas Theta. Después aparece la fase II, o sueño ligero, que dura entre 10 y 30 minutos, donde poco a poco van formándose las ondas cerebrales típicas del sueño profundo, más lentas y alargadas, llamadas ondas Delta, que cuando adquieren regularidad representan las fases III y IV del sueño, llamadas también fases de sueño lento, o sueño profundo. Durante el sueño profundo la temperatura corporal es más baja, y el consumo de oxígeno del cerebro se reduce hasta en un 45%. Curiosamente, el sonambulismo ocurre solamente mientras se esté en fase de sueño profundo, mientras que el hablar dormido puede ocurrir en cualquier fase del sueño.

Después de quince a treinta minutos de sueño profundo, volvemos a pasar rápidamente por las fases I y II y entramos a sueño REM, la quinta y última fase de cada ciclo de sueño, caracterizada por ondas cortas, y mayor frecuencia, parecidas a las ondas cerebrales de personas despiertas (ondas Beta). Estas cinco fases conforman entonces un capítulo de sueño, o un episodio, cuyo esquema se repite varias veces durante la noche, pero con la salvedad de que el sueño REM es cada vez más largo en cada capítulo. El primer sueño REM aparece entre 50 y 70 minutos después de quedarse uno dormido. Desde el segundo capítulo en adelante, el sueño REM aparece cada 90 minutos.

El primer sueño REM puede durar a penas diez minutos, mientras que el último sueño, ya al amanecer o en la mañana, puede durar desde veinte minutos, ¡hasta una hora! Si nuestro dormir es normal, pasamos por cuatro o cinco capítulos de sueño cada noche, con cinco fases cada uno, y soñamos cuatro o cinco veces por noche. En términos absolutos, si dormimos ocho horas en promedio, pasamos dos horas soñando, dos horas en sueño profundo, y cuatro horas en sueño ligero.

Capítulos del sueño

Capítulos y fases del sueño

Todo esto es conocido hoy en día como arquitectura del sueño, que es la descripción del sueño en la escala temporal, tanto de la composición de cada ciclo de sueño, como la distribución de los ciclos de sueño cada 24 horas. El sueño REM y el No-REM tienen características diferentes, por lo que los científicos piensan que tienen objetivos distintos.

Todos estos descubrimientos fueron publicados en 1957. El Dr. Dement demostró que todo adulto sano pasa por fases y episodios predecibles de sueño. También demostró que la gente que afirma que no sueña nada, en realidad se equivoca, pues al despertarlos en el sueño REM recuerdan sus sueños. Descubrió que los primeros sueños de la noche toman personajes o eventos recientes, mientras que los últimos sueños de la mañana ocupan eventos y personas mucho más atrás en el tiempo.

El sueño REM

El sueño REM fue descubierto en 1953, le siguió el análisis de las fases del sueño y las distintas ondas cerebrales que se suceden en tandas durante la noche. En los años 1960 se descubrió que el sueño No-REM se encuentra ampliamente en el reino animal, sin embargo hasta ahora el sueño REM solo ha sido comprobado en mamíferos y en aves, no en reptiles, ni anfibios, ni peces (1). Michel Jouvet, neurobiólogo francés que dedicó 50 años de su vida al estudio del sueño y del dormir, estudiando gatos, demostró que los electroencefalogramas de sus felinos tenían un patrón de sueño muy similar al humano.

La cantidad de sueño REM que experimentamos cada vez que dormimos va cambiando a lo largo de la vida, se va reduciendo, al igual que las otras fases del sueño. El sueño REM ha sido detectado muy temprano en el inicio de la vida humana, a las veintiséis semanas el feto comienza a experimentarlo, y lo hace prácticamente todo el tiempo, está en un sueño REM permanente. En los bebés, el sueño REM representa el 50% del tiempo total de sueño. Esta proporción se va reduciendo sostenidamente hasta la edad de cuatro años, cuando se estabiliza entorno al 20-25% de sueño REM en relación al tiempo total del sueño. Luego, llegada la tercera edad, empieza a menguar nuevamente y en adultos mayores sanos rodea el 15% del tiempo total de sueño.

La correlación entre crecimiento, vitalidad y energía con el sueño REM salta a la vista, pero no se conoce bien su función y aunque algunos mecanismos han sido hallados, no se comprende todavía porqué el sueño REM ocupa una porción de tiempo tan importante en nuestras vidas. Uno de esos mecanismos lo descubrió Jouvet en su trabajo con gatos en los años 1960. Operó el cerebro de algunos gatos de tal manera que desconectó las vías nerviosas que van desde la zona cerebral del sueño hacia el cuerpo a través de la médula espinal y que controlan el movimiento. Es decir desconectó la zona del cerebro que se encarga de desactivar los movimientos mientras soñamos, algo que se conoce como atonía muscular. El resultado fue ver a sus gatos, a penas entraban al sueño REM, saltar, correr, maullar, caminar, como si cazaran alguna presa o como si atacaran o se defendieran de enemigos imaginarios.

Los gatos podían estar así por varios minutos, totalmente dormidos pero moviéndose como en la vida real. De ahí que Jouvet teorizara diciendo que una de las funciones del sueño era ensayar y reforzar movimientos, reacciones, aprendizajes, de tal manera que ayudara a mantener esos circuitos listos para cuando fueran necesarios en la vida real. Pero eso no explicaba que mientras el feto crece en el vientre materno pasa la mayor parte del tiempo en sueño REM. ¿Qué podría reforzar ahí el feto si supuestamente todavía no ha vivido nada?

El sueño REM parece ser tan indispensable para los mamíferos, que cuando se lo suprime se observa un fenómeno de rebote, es decir, cuando finalmente podemos dormir bien, nuestros cuerpos experimentan mucho más sueño REM de lo normal, a veces más del doble. Es como si el cuerpo necesitara recuperar el sueño REM que por cualquier razón no se pudo obtener las noches anteriores. Jouvet observó esto en gatos, que fueron sistemáticamente despertados cada vez que empezaban a soñar, durante tres semanas. Cuando finalmente se les dejó dormir libremente, al quedarse dormidos pasaban directamente al sueño REM, saltándose las fases previas, y además el sueño paradójico (como también se conoce al sueño REM) correspondió al 60% del total del tiempo dormido. En gatos en los que se prolongó aún más la privación de sueño REM, entre 30 y 60 días, observó cambios muy notorios en su comportamiento: estaban cansados a pesar de que dormían (pero sin sueño REM), estaban anormalmente hambrientos y mostraban un deseo sexual mucho más pronunciado que cuando dormían bien (hipersexualidad).

Investigaciones del Dr. Dement durante los años 1960 trataron de averiguar si se podía incorporar situaciones o ideas en la gente que estaba soñando, por ejemplo haciendo sonar una campana o rociando agua en personas que estaban en pleno sueño REM. A pesar de que todos nosotros más de una vez hemos visto como se incorpora un evento que ocurre en la realidad al contenido de nuestro sueño, esto no es muy frecuente. A penas un 10% de los estímulos se incorporaron al sueño de los voluntarios. Por otro lado, en este entusiasmo de los años 1960 por el sueño REM, se preguntaron si acostarse con sed, o comer diferentes alimentos, tenía alguna incidencia o se veía reflejado en los sueños, pero los sueños probaron ser bastante indiferentes tanto a la realidad como a la condición del cuerpo. Dement creyó demostrar que el movimiento de los ojos del sueño REM era como si el durmiente estuviera mirando una pantalla, pero estudios posteriores de otros investigadores demostraron que en realidad el movimiento ocular no está relacionado con el contenido del sueño.

De todas maneras, hay que dejar en claro que no soñamos solamente durante el sueño REM, pues también lo hacemos cuando nos vamos quedando dormidos y al despertar en la mañana. El 80% de las personas que son despertadas en pleno sueño REM testimonian haber estado soñando, comparado con entre el 5 y el 20% de las personas despertadas en sueño No-REM que declaran lo mismo. Esto quiere decir que la actividad onírica no es exclusividad del sueño REM. Para soñar, se requiere un cierto nivel de activación cerebral, un pulso energético que también puede ocurrir mientras dormimos en No-REM. Lo que en parte desencadena la activación cerebral parece estar relacionado con la dopamina (1).

¿Qué pasa en el cerebro mientras dormimos?

Con los avances científicos, los investigadores han tenido la oportunidad de estudiar en tiempo real lo que sucede en las diferentes áreas de nuestros cerebros mientras dormimos. Una de las técnicas que logra esto es la tomografía por emisión de positrones (PET o Positron Emission Tomography en inglés), que es un escaneo que va entregando imágenes por computadora donde se ve qué áreas están más activas y qué otras están menos activas en un determinado momento. A mediados de los años 1990, Tom Balkin y Allen Braun hicieron por primera vez un estudio sistemático del sueño (2) usando la tecnología PET, encontrando procesos neurológicos que confirmaban lo que psicológicamente ya sabemos que ocurre cuando dormimos y soñamos. Sus análisis fueron realizados en voluntarios hombres y mujeres, adultos y sanos, antes de quedarse dormidos, durante los sueños REM y No-REM, y también al despertar.

Córtex prefrontal

El córtex prefrontal

El estudio arrojó datos importantes para poder empezar a entender un poco mejor porqué dormimos y qué sucede fisiológicamente. Descubrieron que casi todas las partes del cerebro disminuyen su actividad, pero una en especial, es la que más baja su actividad (-25%), la que primero lo hace, y la última en reactivarse: el córtex prefrontal, que es precisamente la zona del cerebro que usamos en nuestro razonamiento lógico, en la resolución de problemas, y en general en el procesamiento de la información de la memoria y de lo que perciben nuestros sentidos. Es también esta zona del cerebro lo más nuevo que tenemos en términos evolutivos.

Dicha disminución generalizada de actividad cerebral viene acompañada por una aguda caída en los niveles de serotonina y norepinefrina, que son neurotransmisores asociados a la concentración y el pensamiento lógico. Al mismo tiempo, los niveles de acetilcolina aumentan durante el sueño REM. La acetilcolina promueve las asociaciones libres, más allá de la lógica adquirida, y está estrechamente relacionada con el uso de la memoria y también con el aprendizaje. Durante el sueño REM se observa una reactivación generalizada del cerebro, salvo en la zona del pensamiento lógico, el córtex prefrontal. Esto explicaría la ausencia de chequeo lógico mientras soñamos (credulidad absoluta) y también la confusión espacio-temporal que experimentamos al soñar.

Incluso, los escaneos cerebrales mostraron que durante el sueño REM algunas áreas cerebrales muestran una mayor actividad que cuando estamos despiertos. Es el caso de la porción cerebral que asocia imágenes, la que reconoce figuras y rostros, y también el de una pequeña área del córtex prefrontal relacionada con la creación de relatos, que estando despiertos se activa cuando tratamos de escribir un cuento o relatar una historia. Es decir, durante el sueño REM el cerebro tiene hiperactiva la memoria visual y la elaboración creativa de relatos. La memoria de corto plazo, que ordena secuencialmente los sucesos recientes en el hipocampo, está completamente apagada, pero la memoria de largo plazo, ubicada en el córtex, está más activa mientras soñamos que cuando estamos despiertos. Esto explicaría, fisiológicamente, porqué nos cuesta tanto recordar o incluso retener el contenido de nuestros sueños en la memoria: porque la memoria de corto plazo está apagada, sin actividad.

También el sistema límbico, nuestras emociones, están sobreactivadas durante el sueño REM, allí se encuentra nuestra memoria emocional consolidada, nuestra memoria emocional de largo plazo, por ejemplo en las amígdalas, que señalan con la velocidad del rayo lo que debemos hacer ante un evento que nos pone en peligro, que nos es extraño o que nos enamora.

Durante el sueño profundo, la memoria del día, retenida en el hipocampo, se transfiere al córtex cerebral, que es donde todas nuestras memorias son almacenadas. Esta actividad es capaz de observarse a través de grandes ondas cerebrales que se producen mientras dormimos. Estas ondas de alta frecuencia se manifiestan como grandes pulsos de actividad eléctrica llamados husos del sueño. Después que la memoria es transferida desde el hipocampo al córtex cerebral, fenómeno también conocido como consolidación de la memoria, el hipocampo es liberado y queda listo para un nuevo día de nuevas memorias que retener, y al mismo tiempo las memorias quedan guardadas en un lugar con mayor capacidad de almacenamiento, más estable y más duradero.

El sistema linfático, que entre otras funciones, se encarga de limpiar el organismo de los productos de desecho del metabolismo, no actúa en el cerebro ni en la médula espinal. El cerebro tiene su propio sistema de limpieza, descubierto en 2015 por la investigadora danesa Maiken Nedergaard, si bien ya se conocía desde hace tiempo la existencia del líquido cefalorraquídeo, no se conocía muy bien su función ni su mecanismo. Dicho sistema de limpieza cerebral, conocido como sistema glinfático, funciona solamente cuando dormimos (3). Es entonces cuando las células gliales, que tienen forma de estrella como las neuronas pero no hacen sinapsis, ayudan a remover metabolitos tóxicos como los péptidos beta-amiloides que tienen estrecha relación con el desarrollo del mal de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

El sueño y los mamíferos

“Todos los mamíferos estudiados hasta ahora experimentan alguna forma de sueño. Cuando se reduce la cantidad de sueño de los mamíferos, generalmente tratan de recuperar el sueño perdido con un “rebote de sueño”, es decir durmiendo más, lo que sugiere que el sueño cumple importantes funciones que no pueden ser pasadas por alto. Cuando los mamíferos son privados de sueño a la fuerza, se deterioran funciones fisiológicas y cognitivas. En ratas, una privación de sueño prolongada provoca su muerte. Todas estas observaciones juntas sugieren que el sueño es un requisito fundamental para la vida de los mamíferos, y se han realizado muchas investigaciones enfocándose en identificar los beneficios fisiológicos que el dormir provee [...] En los mamíferos el sueño está probablemente asociado con “costos de oportunidad” porque cuando los animales duermen, no pueden realizar actividades como buscar alimento, mantener relaciones sociales o encontrar pareja. Los animales pueden pagar costos directos mientras están durmiendo. Por ejemplo, el sueño es un estado reducido de conciencia, y por eso los individuos que duermen son menos capaces de detectar depredadores al acecho o de escapar de ellos. Estos factores ecológicos pueden determinar la duración del sueño y pueden afectar como el dormir está organizado durante el ciclo diario”. (4)

El sueño de los humanos al nacer y cuando adultos

Sueño polifásico en recién nacidos y sueño monofásico en adultos

Por eso, el sueño de los mamíferos se organiza de manera heterogénea según las especies. Los ciclos de sueño, o capítulos o episodios durante las 24 horas del día pueden ser monofásicos, como en el caso del ser humano moderno, en que todos los ciclos se concentran en un único período de tiempo, por lo general por la noche, y en un lapso de tiempo, en adultos normales, que dura entre 7 y 9 horas. Por supuesto que existe la siesta pero no es algo mayoritario hoy en día, y en tal caso sería llamado sueño bifásico con la condición de presentar sueño profundo y sueño REM. El sueño monofásico del humano moderno no siempre lo fue, pues las investigaciones antropológicas e históricas indican que el hombre dormía antiguamente en dos tandas nocturnas, pero separadas por dos o tres horas de vigilia durante la noche. Y cuando decimos antiguamente no hay que ir muy atrás, uno o dos siglos atrás como mucho, antes de la era industrial.

Hay mamíferos que tienen sueño monofásico, que distribuyen su sueño en una sola tanda dentro de las 24 horas, y otros que son polifásicos, que duermen varias veces durante el día. Así mismo, existe variación en la duración de cada ciclo de sueño. Como vimos, el ciclo completo de sueño (capítulo) del humano adulto dura noventa minutos, la duración de ciclo más larga entre los mamíferos, y que es también la del chimpancé. La chinchilla, en cambio, tiene el capítulo de sueño más corto, pues dura solo seis minutos.

La variabilidad de la duración total del sueño también es amplia entre los mamíferos. Una vaca, una oveja o un caballo, por ejemplo, solo duermen más o menos tres horas en total cada 24 horas, mientras que un ratón duerme entre 15 y 20 horas cada día, en cualquier momento, por intervalos. Los armadillos duermen 20 horas cada día. Los gatos duermen un promedio de 13 horas por día.

El sueño de los mamíferos

El sueño de algunos mamíferos. Adaptado de (4)

Desde el punto de vista evolutivo, el sueño de los mamíferos evolucionó desde el sueño polifásico hacia el monofásico. El sueño polifásico está correlacionado con ciclos de sueño más cortos, y con una mayor proporción de sueño No-REM que la hallada en el sueño monofásico. En todos los mamíferos adultos la cantidad de sueño No-REM es siempre más del doble que la cantidad de sueño REM.

En cuanto al sueño No-REM de los mamíferos, todos presentan en cada uno de sus capítulos tanto sueño ligero (fases I y II) como sueño profundo (fases III y IV). Se ha postulado que dormir en una sola tanda de sueño optimiza el dormir en cuanto a que se pierde menos tiempo en sueño No-REM. Los mamíferos que duermen varias veces al día, tienen más proporción de sueño No-REM que los que duermen una sola vez al día. El sueño monofásico va reduciendo su proporción de sueño No-REM a medida que avanza la noche, y por otro lado los episodios de sueño REM son cada vez más largos. También el sueño profundo ocupa una mayor proporción en el sueño monofásico que en el polifásico, pero no tan acentuadamente como el sueño REM. El sueño profundo ha demostrado ser, junto al sueño REM, indispensable y beneficioso para la salud.

Los mamíferos que duermen juntos, los mamíferos sociales o de rebaño, duermen menos que los mamíferos que duermen aislados. A partir de esta tendencia observada, deducen que al dormir socialmente se optimiza el sueño gracias a que se puede dormir profundamente, puesto que siempre hay algún semejante despierto vigilando que no haya depredadores. Y esta es otra tendencia entre los mamíferos, los depredadores duermen más que los depredados, aunque hay muchas excepciones. Sin embargo esto no puede ser achacado solamente al nivel de vigilancia que necesitan los animales que son cazados, pues existen otros factores. Por ejemplo entre los herbívoros de tamaño medio a grande, que son los que menos duermen entre los mamíferos, hay que considerar factores como el tiempo necesario para encontrar alimento, para adquirirlo o el gasto energético para digerirlo.

El sueño de algunos primates

El sueño de algunos primates, adaptado de (5)

El humano es el primate que menos duerme, pero es la especie que tiene mayor proporción de sueño REM en relación al tiempo total dormido cada 24 horas. Entre los primates, aquellos que son folívoros (o filófagos, es decir, que comen hojas) pasan más tiempo durmiendo que los primates frugívoros (que comen fruta). En este caso, la necesidad de moverse y buscar alimento, pues la fruta no está en todas partes, haría reducir la disponibilidad de tiempo para dormir. El folívoro encuentra hojas en todas partes, por lo tanto tiene más alimento disponible y así también, tiene más tiempo para dormir. El mono perezoso es quizás el primate folívoro más conocido y es un buen ejemplo que viene al caso de los dormilones.

Investigación y Redacción: Álvaro J. Riquelme Marinkovic
Fecha de publicación: 17-11-2020
Última actualización: 17-11-2020
Producido en: Valdivia - Chile

Fuentes:

(1) Andrea Rock - The mind at night. The new science of how and why we dream - 2004

(2) Braun AR, Balkin TJ, Wesenten NJ, Carson RE, Varga M, Baldwin P, Selbie S, Belenky G, Herscovitch P. Regional cerebral blood flow throughout the sleep-wake cycle. An H2(15)O PET study. Brain. 1997 Jul;120 ( Pt 7):1173-97

(3) Jessen NA, Munk AS, Lundgaard I, Nedergaard M. The Glymphatic System: A Beginner's Guide. Neurochem Res. 2015;40(12):2583-2599. doi:10.1007/s11064-015-1581-6

(4) Patrick McNamara, Robert A. Barto, Charles L. Nun - The evolution of sleep - Cambridge University Press – 2010

(5) Charles L. Nunn, David R. Samson, Andrew D. Krystal - Shining evolutionary light on human sleep and sleep disorders - Evolution, Medicine, and Public Health [2016] pp. 227–243


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