Serotonina y psicodélicos
El cuerpo humano mirado a través de los lentes de los microscopios y de las reacciones bioquímicas es de una complejidad apabullante. La riqueza y variedad celular y molecular sumada a las intrincadas relaciones entre ellas podría compararse solamente a la actividad de los humanos en una gran ciudad. Células encargadas de la seguridad, otras encargadas del transporte, del almacenamiento, de la limpieza, de la electricidad, o moléculas, como titulares de un periódico, dando la alerta para la precaución, o notificando algún cambio que afectará a todos, y cuyo mensaje todos reciben. Moléculas como las hormonas, que anuncian humores, cuando dormir, cuando comer, o moléculas como los neurotransmisores, que nos mantienen concentrados, que nos hacen soñar, o que nos relajan. Evidentemente no son características humanas solamente, todos los mamíferos compartimos esta complejidad, en general todos los vertebrados, aunque siempre existen unos más complejos que otros.
Dentro de esta complejidad organizada, que nace perfecta y va degenerando en cada individuo a lo largo de su vida, encontramos una molécula cuya presencia o escasez define rasgos globales de nuestro ánimo y de nuestra fisiología, como las hormonas, pero que ha sido clasificada por el consenso científico como un neurotransmisor: la serotonina.
La serotonina
Representación química de la Serotonina
La serotonina existe en todo el cuerpo humano, el 90% es producida en las neuronas que rodean al intestino, pero ésta no atraviesa la barrera hematoencefálica (una membrana muy estricta que separa y filtra la sangre del cuerpo que entra al cerebro), por lo que el cerebro produce su propia serotonina.
La síntesis de serotonina depende del aporte de un aminoácido, el triptófano, proveniente de la dieta, por lo que sus niveles dependen en parte de la alimentación. Cuando fue descubierta en 1935, todavía sin aislar y con otro nombre, fue identificada como una sustancia vasoconstrictora presente en el plasma sanguíneo, llamado también serum, de ahí la raíz sero en serotonina. Una vez aislada a finales de los años 1940, se la empezó a conocer como serotonina y también como 5-hidroxitriptamina (5-HT).
A nivel fisiológico y no todavía al nivel psicológico que nos convoca, la serotonina es un modulador tanto de los movimientos peristálticos de los intestinos (digestión) como también de la coagulación, pues su carácter vasoconstrictor participa en la reparación de los vasos sanguíneos. Se ha relacionado también a la serotonina con el metabolismo del hueso, la regeneración hepática y la división celular.
Ensayos clínicos demostraron que la supresión del triptófano (precursor en la síntesis de la serotonina) de la dieta, produce depresión de moderada a leve en personas normales, y agrava la depresión de pacientes deprimidos. Cuando se volvió a administrar con normalidad triptófano en los pacientes, desapareció el cuadro clínico en los primeros, y provocó una importante mejoría en los segundos. La serotonina es también esencial para el mantenimiento de funciones orgánicas como el sueño, ritmos circadianos y la temperatura corporal, funciones que se encuentran alteradas en los pacientes con depresión (1). Se han relacionado las bajas concentraciones de serotonina en el cerebro con estados como la depresión, la agresividad y la hiperactividad (2).
En el cerebro, las células productoras de serotonina se concentran en la parte media del tallo cerebral, donde nacen fibras que llegan a prácticamente todo el sistema nervioso: ganglios basales, hipotálamo, tálamo, hipocampo, sistema límbico, corteza cerebral, cerebelo y médula espinal. Mediante estas fibras, la abundancia o escasez de serotonina "participa en el control de los estados de sueño y vigilia, el ánimo, las emociones, el control de la temperatura, la dieta, la conducta sexual, algunos tipos de depresión, conducta suicida y ciertos estados alucinatorios inducidos por drogas" (3).
El nexo con los psicodélicos
La mayoría de los llamados alucinógenos posee efectos serotoninérgicos, además de cierto parecido estructural con la serotonina misma (3). Llegan a configurar el grupo de los alucinógenos serotoninoides, el más característico y con más ejemplares conocidos, "cuyos miembros son agonistas parciales o agonistas-antagonistas de la serotonina... Que estos compuestos mimetizan (agonismo) y a la vez contrarrestan (antagonismo) los efectos de la serotonina en diversos tejidos fue pronto observado, y sigue siendo la base de la hipótesis serotoninérgica" (4) para la explicación de los variados efectos psicodélicos.
El parecido estructural de la Serotonina con algunos psicodélicos
La dimetiltriptamina (DMT), una indolamina, es parte de este grupo de moléculas serotoninoides, y se encuentra en una gran variedad de plantas. También en mamíferos y en el hombre, de manera natural y endógena: se sabe que se libera DMT durante el sueño y también justo antes de morir. La DMT es agonista-antagonista de los receptores de serotonina. "Otra indolamina análoga a la serotonina es la bufotenina, que se encuentra en la piel de ranas y sapos del género Bufo, en hongos y plantas superiores e incluso en mamíferos... También habría sido hallada en la orina de enfermos con esquizofrenia (McBride, 2000)" (5). La psilocibina y la psilocina se hallan en hongos, especialmente de los géneros Psilocybe, Copelandia, Panaeolus, etc., presentes en muchas partes del mundo, también son agonistas y antagonistas de la serotonina. "La serotonina, el LSD y muchos otros alucinógenos muestran analogía estructural entre sí: tienen en común el núcleo indol". (4)
A estas sustancias también se les ha llamado indólicas, por contener, como la serotonina, la estructura química del núcleo indol. La psilocina, la psilocibina, el LSD, la DMT, la bufotenina son sustancias indólicas, lo mismo que la harmina, contenida en una liana que crece en la selva amazónica, conocida como yagé o ayahuasca, y contenida así mismo en la ruda siria Peganum harmala. En África existe también un alucinógeno indólico, la ibogaína, proveniente de Tabernanthe iboga, planta utilizada en ritos de iniciación. (3)
"Se piensa que la similitud estructural con la serotonina y sus efectos demostrados sobre la neurotransmisión serotonninérgica en el cerebro “explican” el efecto modificador de la conciencia de los enteógenos indólicos tales como la DMT, la psilocina y la LSD. La misma serotonina está presente en las plantas que sintetizan bufotenina o psilocibina y puede ser que participe en la biosíntesis de estos compuestos. También se ha encontrado serotonina en 12 especies de hongos de los géneros Panaeolus, Panaeolina y Panaeolopsis, de los cuales sólo uno contenía además psilocibina y baeocistina y recientemente se ha determinado su presencia en la especie psilocíbica Panaeolus Copelandia cyanescens. La serotonina, al igual que otros enteógenos indólicos, se puede sintetizar in vivo a partir del común aminoácido triptófano, que tiene el anillo indólico que es común a todos estos compuestos" (5).
Serotonina y psilocybe
Albert Hofmann, un científico suizo que descubrió el LSD en los años 1940 trabajando en los laboratorios Sandoz (hoy Novartis), ha descrito el descubrimiento de las relaciones entre el LSD y un hongo mejicano consumido por los Mayas y los Aztecas, el teonanácatl (psilocybe). El consumo de hongos alucinógenos en la zona Maya-Azteca puede tener 2500 años de antigüedad. El nombre azteca del hongo en cuestión es teonanácatl, que traducido significa carne de los dioses. Lo consumía también la nobleza y el clero aztecas, así lo testimonian escritos hispanos del tiempo temprano de la colonia, cuando se celebró con una fiesta de setas la ascensión al trono de Moctezuma II, escritos tan antiguos como el códex florentinus de la época de Hernán Cortés.
Aunque el hongo en cuestión fue prohibido por los españoles y los criollos durante siglos, la costumbre de ingerirlos sobrevivió en secreto; aún más, se cristianizó mediante códigos tales como que los hongos crecían donde Cristo había derramado una gota de sangre desde el cielo, o de la saliva, y por eso a través del hongo Dios hablaba. Decían ellos que Dios les regaló la seta sagrada porque son pobres y carecen de médicos y medicamentos, y también porque no saben leer; sobretodo, porque no pueden leer la Biblia, por lo cual Dios les habla directamente a través de la seta, y este argumento es a su vez una dificultad que hallaron los misioneros para hacerlos “conocer” a Dios a través de la Biblia, puesto que afirmaban que podían hablar directamente con él. Es un fenómeno que se conoce como sincretismo, donde se funden en una lo que antes eran dos ritos o dos creencias.
Hongos Psilocybe Mencionados en el Códex Florentinus
El hongo debía ingerirse en estado de pureza, porque sólo los puros tenían buenos viajes o buenas manifestaciones; uno de los requerimientos de pureza era la castidad sexual cinco días antes y después de la ingestión del hongo; también había que cumplir determinadas normas durante la cosecha. Y en todo caso parece que siempre era un curandero el que la preparaba, y curanderos hay cada vez menos; ellos lo llaman “cotacine”, “el-que-sabe”, esto en tierra Mazateca, en Oaxaca, México. El historiador que mostró el hongo a Occidente, Wasson (un millonario ex-banquero vicepresidente de Morgan Co.), emprendió viajes a Oaxaca y logró que le dieran a probar del hongo. Tuvo visiones mitológicas maravillosas y así eliminó la creencia de que las visiones eran pura superstición. Tomó muestras del hongo y lo hizo analizar con químicos y micólogos. Hallaron que pertenecía a una nueva familia, la de los psilocybe. El hongo resultó tener unos efectos muy parecidos a los del LSD, y es por eso que llegó a los laboratorios donde trabajaba Albert Hofmann.
Como Hofmann no podía encontrar un extracto que probara ser alucinante en animales, decidió probarlo él mismo, experimentando entonces sus efectos. El auto-ensayo “mostró una vez más que el hombre es mucho más sensible a las sustancias psicoactivas que el animal” (6). Sus alucinaciones fueron todas con motivos y colores mexicanos. Sólo con la ayuda de sus colaboradores pudieron determinar qué partes del hongo tenían mayor proporción de componente activo, para así descubrir con exactitud la molécula, que en realidad fueron dos: psilocina y psilocibina; “ambas pertenecen, al igual que el LSD, a la clase de sustancias de combinaciones del indol, que aparece en el reino animal y vegetal y es biológicamente importante”. Actualmente ambas sustancias pueden sintetizarse artificialmente en laboratorio (sin el hongo como materia prima). Se diferencian en que la psilocibina contiene ácido fosfórico en su estructura, lo que la hace más estable al no destruirse frente al oxígeno, pero los efectos de ambas son los mismos. Poseen una estructura química muy parecida a la del LSD y también a la de la serotonina, y tal como el ácido, bloquean la asimilación de la serotonina en distintos lugares del cerebro, y por lo tanto también sus efectos y funciones. La diferencia entre la psilocibina y el LSD radica en la dosis; la dosis media de la primera es de 10 miligramos, o sea, cien veces más que la dosis media de ácido; lo mismo que la duración de su efecto, estimado en seis horas, comparado con las 12 horas del ácido lisérgico.
Hongos Psilocybe cubensis
"Gordon Wasson los identificó y Albert Hofmann, en 1958, aisló de ellos la psilocibina, su principio activo. Existen otras variedades de Psilocybe con distribución casi mundial. Una de ellas, Psilocybe cubensis, incluso se cultiva fácilmente. Una vez que se ingiere, la psilocibina se convierte en psilocina en el estómago. Ambos alcaloides disminuyen la recaptación de serotonina en el cerebro y la periferia. El inicio de sus efectos se aprecia entre los 25 y 40 minutos después de la ingestión y duran hasta ocho horas. Como con los otros alucinógenos, el sujeto tiene las pupilas dilatadas y aumento de la temperatura corporal, frecuencia cardíaca y presión arterial" (3).
Estudios recientes (2017) realizados por científicos del Imperial College de Londres, en Inglaterra, demostraron como solamente dos dosis de psilocibina, separadas por un lapso de una semana, tuvieron efecto duradero en 19 pacientes con el tipo más complicado de depresión, que es la resistente al tratamiento farmacológico. Los pacientes que participaron de este estudio eran 19 en total, es decir que todos los pacientes declararon una mejoría. La mitad de los pacientes declaró no sufrir síntomas en al menos 5 semanas, y la otra mitad durante al menos la primera semana. Se les hizo seguimiento médico y científico, con resonancias magnéticas y mediciones de flujo de sangre cerebral (7). Hay varios artículos y estudios científicos realizados entre los años 2006 y 2020 que sugieren en base a sus resultados positivos que la psilocibina administrada con acompañamiento psicológico puede ser usada exitosamente para: aliviar la ansiedad en pacientes desahuciados (8), curar la adicción al alcohol (9) y al tabaco (10), el trastorno obsesivo compulsivo (11), y si le sumamos el estudio antes citado, también la depresión resistente al tratamiento farmacológico.
Serotonina y LSD
A propósito del LSD y del psilocybe Hofmann comenta las ideas que tenía el escritor Aldous Huxley acerca de ellos: “Huxley ve el valor de las drogas alucinógenas en el hecho de que permiten que personas que no posean el don de la contemplación visionaria espontánea, propia de los místicos, los santos y los grandes artistas, puedan experimentar ellos mismos estos extraordinarios estados de conciencia... Estas drogas son para él las llaves que permiten abrir nuevas puertas de la percepción, llaves químicas que coexisten con otros "abridores de puertas" consagrados, pero más laboriosos, como la meditación, el aislamiento y el ayuno, o como ciertos ejercicios de yoga” (6).
Simón Brailowsky fue médico cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en Ciencias de la vida y de la salud por la Universidad de París, además de un reconocido divulgador científico para Latinoamérica. En su libro de neuropsicofarmacología "Las sustancias de los sueños" describe los usos potenciales del LSD. "En psicoterapia se ha utilizado el LSD en pacientes con dificultades particulares para comunicarse con el psiquiatra, en alcohólicos y en sujetos con cáncer terminal (además de sus efectos psicodélicos, el LSD es un potente analgésico). El LSD es una molécula insabora, incolora e inodora extremadamente potente pero excepcionalmente letal. En roedores se pueden apreciar sus efectos a dosis de 0.04 mg./Kg., mientras que la dosis letal 50 (la dosis que mata al 50% de la población que la recibe) es 400 veces mayor. De hecho, no se ha confirmado la muerte por sobredosis de LSD en el ser humano. La absorción gastrointestinal es buena, y la droga se distribuye ampliamente en el organismo. Cerca de 1% de la dosis alcanza el cerebro. La vida media es de aproximadamente tres horas, pero sus efectos se perciben hasta por 10 a 12 horas. La administración repetida de LSD produce tolerancia rápidamente. No se ha demostrado la adicción al LSD. Esta droga interactúa con los receptores de la serotonina, pero también puede afectar mecanismos dopaminérgicos y noradreninérgicos a varios niveles del sistema nervioso. El mecanismo de acción específico aún no se conoce" (3).
Honguitos Claviceps purpurea de los cuales se aísla el LSD
Una revisión a nivel global en 2019 de cientos de estudios clínicos realizados para estudiar el uso terapéutico del LSD, que fue publicada en la revista Frontiers in Psychiatry y además re-publicada por el Instituto Nacional de Salud (NIH) de los EEUU, concluyó que el LSD tiene potencial comprobado para tratar la adicción al alcohol, y que recomienda hacer más estudios para comprobar su uso terapéutico en la ansiedad y el temor a la muerte en enfermos terminales. Así mismo, se afirma en dicha revisión científica (12), que el LSD tiene una muy baja toxicidad en humanos, incluso en dosis muy altas, y que no existen evidencias de daño orgánico o de déficit neurofisiológicos asociados a su consumo. Esta inocuidad, afirman, ha conducido a que la comunidad científica haya empezado a considerar al LSD como una de las substancias psicoactivas de uso recreacional más seguras que existen. Incluso la idea tan difundida de que podía conducir al suicidio ha sido desmentida por estudios citados en la revisión, con muestras poblacionales significativas, donde se ha encontrado que sucede lo contrario: una sola toma de una dosis media de LSD es capaz de prevenirlo.
Todo esto parece validar algunos estudios clínicos realizados antes de su prohibición, pues pasaron tres décadas desde los 1970 en que los estudios se detuvieron por completo. Uno ellos, realizado en 1964 por Eric Kast de la Escuela Médica de Chicago de los EEUU, administró LSD a pacientes terminales que padecían fuertes dolores. Dicho estudio determinó que los pacientes desarrollaron "una peculiar indiferencia hacia la gravedad de la situación que padecían y que hablaban despreocupadamente de su muerte inminente con un sentimiento considerado extraño en nuestra cultura occidental, pero beneficioso para su estado psicológico" (13). También durante los años 1960, estudios posteriores realizados por Stanislav Grof y su equipo en los EEUU, usando LSD y DPT (dipropiltriptamina), hallaron en sus pacientes voluntarios mejoras en sus depresiones, y disminución de ansiedades y de temor a la muerte. Aquellos que experimentaron experiencias de tipo místico tuvieron los mejores progresos en sus mediciones de bienestar general (alegría de vivir).
Investigación y Redacción: Álvaro Riquelme Marínkovic
Fecha de publicación: 15-08-2020
Última actualización: 06-10-2020
Producido en: Valdivia - Chile
Fuentes:
(1) L.A.Malgor - M.E. Valsecia - Farmacología de las drogas antidepresivas
(2) Varios Autores en Pearson/Prentice Hall - Principios de Bioquímica
(3) Simón Brailowsky - Las sustancias de los sueños: Neuropsicofarmacología
(4) Josep Solé - LSD y alucinógenos
(5) Jonathan Ott - Pharmacotheon
(6) Albert Hofmann - LSD, Mein Sorgenkind - 1979
(7) Carhart-Harris, R.L., Roseman, L., Bolstridge, M. et al.- Psilocybin for treatment-resistant depression: fMRI-measured brain mechanisms. Sci Rep 7, 13187 (2017).
(8) Griffiths, R. R. et al. - Psilocybin produces substantial and sustained decreases in depression and anxiety in patients with life-threatening cancer: A randomized double-blind trial. Journal of psychopharmacology 30, 1181–1197 (2016).
(9)
Bogenschutz, M. P. et al. Psilocybin-assisted treatment for alcohol dependence: a proof-of-concept study. Journal of psychopharmacology (2015)
(10)
Johnson, M. W., Garcia-Romeu, A., Cosimano, M. P. & Griffiths, R. R. Pilot study of the 5-HT2AR agonist psilocybin in the treatment of tobacco addiction. Journal of psychopharmacology 28, 983–992 (2014)
(11) Moreno, F. A., Wiegand, C. B., Taitano, E. K. & Delgado, P. L. Safety, tolerability, and efficacy of psilocybin in 9 patients with obsessive-compulsive disorder. The Journal of clinical psychiatry 67, 1735–1740 (2006).
(12) Fuentes Juan José, Fonseca Francina, Elices Matilde, Farré Magí, Torrens Marta - Therapeutic Use of LSD in Psychiatry: A Systematic Review of Randomized-Controlled Clinical Trials - Frontiers in Psychiatry 10, 943 (2019)
(13)
Griffiths R.R., Grob. C. S. - Hallucinogens as medicine - Scientific American 12 (2010)